Cilia Flores se considera a sí misma una
más de un ejército de guerreras defensoras de la Revolución
Bolivariana. Dice haber estado siempre dispuesta a ocupar cualquier
espacio que le toque. Confiesa que el papel de primera combatiente de la
República no solo es una responsabilidad sobrevenida, sino también no
deseada. Está convencida que el Comandante Hugo Chávez no aró en el mar.
“Si dejáramos perder su obra, entonces sí que Chávez estaría muerto”,
expresa.
La también ex presidenta del Parlamento nacional y ex procuradora general de la República, asegura que el gobierno está atendiendo la especulación, el desabastecimiento y el acaparamiento, “con medidas de emergencia y políticas estructurales que nos permitan ser independientes de los factores desestabilizadores del sector privado”. A continuación, el texto íntegro de la entrevista realizada por el periodista Clodovaldo Hernández para el diario Ciudad Caracas:
La también ex presidenta del Parlamento nacional y ex procuradora general de la República, asegura que el gobierno está atendiendo la especulación, el desabastecimiento y el acaparamiento, “con medidas de emergencia y políticas estructurales que nos permitan ser independientes de los factores desestabilizadores del sector privado”. A continuación, el texto íntegro de la entrevista realizada por el periodista Clodovaldo Hernández para el diario Ciudad Caracas:
—¿Cómo se ve el Día de la Madre desde la perspectiva de la Primera Dama o Primera Combatiente de la República?
—Las mujeres han sido siempre pilar fundamental de la Revolución y el Comandante Supremo Hugo Chávez siempre se declaró feminista. En los sectores populares son las mujeres, muchas veces solas, las que levantan a la familia y, al mismo tiempo, trabajan, estudian y participan en las tareas cotidianas de la Revolución. En Venezuela, en realidad, todas las mujeres son primeras combatientes porque son las primeras defensoras de la Revolución. Yo soy apenas una más de ese ejército de guerreras.
—La suya es, sin duda, una responsabilidad también “sobrevenida”. ¿Cómo fue ese proceso de pasar de sus anteriores cargos a este, que es tan peculiar?
—Es una continuidad del compromiso con la Revolución. Hay un proyecto y hemos estado dispuestos a ocupar cualquier espacio donde se nos coloque. En este caso no solo es una responsabilidad sobrevenida, sino también no deseada. Ha sido muy fuerte, no solo por las nuevas responsabilidades que debemos asumir, sino por la tristeza de no tener a nuestro Comandante.
—Estos cargos, aunque la persona no quiera, alejan de las actividades cotidianas y domésticas. ¿Cómo hace para sintonizarse con la angustia de la madre que va al mercado y no encuentra los productos de primera necesidad?
—Un mecanismo es la participación en el Gobierno de Calle. Yo he estado acompañando al presidente Nicolás Maduro y a los ministros en ese contacto directo y hemos visto a un pueblo decidido a afrontar la guerra económica. La gente comprende que la derecha pretende acabar con el proyecto revolucionario y, ya que no pueden lograrlo con votos, procuran hacerlo con sabotaje, acaparamiento, especulación. El Gobierno está atendiendo esa situación tanto con medidas de emergencia como con políticas estructurales que nos permitan ser independientes de los factores desestabilizadores del sector privado. El pueblo tiene fe y confianza en el gobierno chavista y obrerista de Nicolás Maduro. Nosotros no nos aislamos del pueblo, vamos a seguir a su lado para trabajar conjuntamente.
—Como dirigente nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (más que como esposa del Presidente), ¿cómo analiza el resultado electoral, en especial la erosión del voto chavista en sectores populares?
—Lo primero es que fue una gran victoria popular, que se produjo sobreponiéndose a muchos factores adversos: el gran dolor por la desaparición física del Presidente Chávez, el sabotaje eléctrico y económico. A pesar de todo eso, casi 52% del pueblo salió a cumplir un juramento que le hizo a su Comandante. La consigna “Chávez te lo juro, mi voto es pa’ Maduro”, la escuchamos por primera vez en la marcha multitudinaria y espontánea desde el Hospital Militar hasta la Academia Militar. Si tuviéramos dos vueltas electorales, como en otros países, habríamos ganado en la primera, eso no es poca cosa. En la evaluación sí logramos estimar que unos 800 mil chavistas no votaron y creemos que eso se debe a varios factores, el primero de los cuales es la tristeza. Sin embargo, esos que no votaron siguen incorporados a la Revolución, porque si de algo estamos seguros, es de que Chávez no aró en el mar.
—Fue muy impactante la expresión de Nicolás Maduro cuando el Comandante Chávez pidió respaldo para él en caso de nuevas elecciones… ¿Quién mejor que usted para decirnos lo que pasó por la mente de él en esa circunstancia?
—Primero, la negación a aceptar que a nuestro Presidente le pudiera ocurrir algo que le impidiera continuar. Él no quería pensar en ningún otro escenario como no fuera el de que el Presidente saldría bien y continuaría al mando. Tanto Nicolás como todos nosotros queríamos que el Comandante estuviese equivocado, aunque sabíamos que él en esos análisis estratégicos siempre era muy acertado. Ese día fue muy duro para Nicolás, lloró mucho… y ha seguido llorando, hemos seguido llorando todos, junto al pueblo, desde entonces. Pero, claro, nos hemos esforzado para que el llanto no nos detenga.
—Usted tiene a su cargo el Movimiento por la Vida y por la Paz, que apunta a la solución a mediano y largo plazo de la violencia criminal. Sin embargo, la sociedad exige soluciones a corto plazo. ¿Cómo conciliar una estrategia que abarque el presente y el futuro?
—Hay que trabajar políticas para todo: atender el momento, pero ir a las raíces también. En el movimiento se busca, en primer lugar, que desde cada ser humano y desde cada comunidad, surja un compromiso con la vida y con la paz. La idea es que quienes están en las redes de la violencia reciban un llamado a buscar otra forma de vida. Por eso trabajamos las Canchas de Paz y procuramos estimular las manifestaciones culturales. Sabemos que hay un enorme potencial deportivo y artístico y que las capacidades intelectuales de los jóvenes pueden redirigirse hacia lo bueno. Por ejemplo, los del Movimiento el Hampa Quiere Cambiar piden trabajo y oportunidades de estudio. Eso ya es un logro del movimiento. Hay que incorporar en la educación, desde los Simoncitos hasta las universidades, asignaturas que tengan que ver con los valores de la vida, la paz, el trabajo; que no se imponga el valor capitalista de un objeto, un teléfono o unos zapatos de marca, por encima de la vida. Es un tema complejo, pero contamos con un gran factor a favor: la mayoría del pueblo es gente de paz y de trabajo y quiere defender el supremo valor de la vida.
Peligro de muerte—Las mujeres han sido siempre pilar fundamental de la Revolución y el Comandante Supremo Hugo Chávez siempre se declaró feminista. En los sectores populares son las mujeres, muchas veces solas, las que levantan a la familia y, al mismo tiempo, trabajan, estudian y participan en las tareas cotidianas de la Revolución. En Venezuela, en realidad, todas las mujeres son primeras combatientes porque son las primeras defensoras de la Revolución. Yo soy apenas una más de ese ejército de guerreras.
—La suya es, sin duda, una responsabilidad también “sobrevenida”. ¿Cómo fue ese proceso de pasar de sus anteriores cargos a este, que es tan peculiar?
—Es una continuidad del compromiso con la Revolución. Hay un proyecto y hemos estado dispuestos a ocupar cualquier espacio donde se nos coloque. En este caso no solo es una responsabilidad sobrevenida, sino también no deseada. Ha sido muy fuerte, no solo por las nuevas responsabilidades que debemos asumir, sino por la tristeza de no tener a nuestro Comandante.
—Estos cargos, aunque la persona no quiera, alejan de las actividades cotidianas y domésticas. ¿Cómo hace para sintonizarse con la angustia de la madre que va al mercado y no encuentra los productos de primera necesidad?
—Un mecanismo es la participación en el Gobierno de Calle. Yo he estado acompañando al presidente Nicolás Maduro y a los ministros en ese contacto directo y hemos visto a un pueblo decidido a afrontar la guerra económica. La gente comprende que la derecha pretende acabar con el proyecto revolucionario y, ya que no pueden lograrlo con votos, procuran hacerlo con sabotaje, acaparamiento, especulación. El Gobierno está atendiendo esa situación tanto con medidas de emergencia como con políticas estructurales que nos permitan ser independientes de los factores desestabilizadores del sector privado. El pueblo tiene fe y confianza en el gobierno chavista y obrerista de Nicolás Maduro. Nosotros no nos aislamos del pueblo, vamos a seguir a su lado para trabajar conjuntamente.
—Como dirigente nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (más que como esposa del Presidente), ¿cómo analiza el resultado electoral, en especial la erosión del voto chavista en sectores populares?
—Lo primero es que fue una gran victoria popular, que se produjo sobreponiéndose a muchos factores adversos: el gran dolor por la desaparición física del Presidente Chávez, el sabotaje eléctrico y económico. A pesar de todo eso, casi 52% del pueblo salió a cumplir un juramento que le hizo a su Comandante. La consigna “Chávez te lo juro, mi voto es pa’ Maduro”, la escuchamos por primera vez en la marcha multitudinaria y espontánea desde el Hospital Militar hasta la Academia Militar. Si tuviéramos dos vueltas electorales, como en otros países, habríamos ganado en la primera, eso no es poca cosa. En la evaluación sí logramos estimar que unos 800 mil chavistas no votaron y creemos que eso se debe a varios factores, el primero de los cuales es la tristeza. Sin embargo, esos que no votaron siguen incorporados a la Revolución, porque si de algo estamos seguros, es de que Chávez no aró en el mar.
—Fue muy impactante la expresión de Nicolás Maduro cuando el Comandante Chávez pidió respaldo para él en caso de nuevas elecciones… ¿Quién mejor que usted para decirnos lo que pasó por la mente de él en esa circunstancia?
—Primero, la negación a aceptar que a nuestro Presidente le pudiera ocurrir algo que le impidiera continuar. Él no quería pensar en ningún otro escenario como no fuera el de que el Presidente saldría bien y continuaría al mando. Tanto Nicolás como todos nosotros queríamos que el Comandante estuviese equivocado, aunque sabíamos que él en esos análisis estratégicos siempre era muy acertado. Ese día fue muy duro para Nicolás, lloró mucho… y ha seguido llorando, hemos seguido llorando todos, junto al pueblo, desde entonces. Pero, claro, nos hemos esforzado para que el llanto no nos detenga.
—Usted tiene a su cargo el Movimiento por la Vida y por la Paz, que apunta a la solución a mediano y largo plazo de la violencia criminal. Sin embargo, la sociedad exige soluciones a corto plazo. ¿Cómo conciliar una estrategia que abarque el presente y el futuro?
—Hay que trabajar políticas para todo: atender el momento, pero ir a las raíces también. En el movimiento se busca, en primer lugar, que desde cada ser humano y desde cada comunidad, surja un compromiso con la vida y con la paz. La idea es que quienes están en las redes de la violencia reciban un llamado a buscar otra forma de vida. Por eso trabajamos las Canchas de Paz y procuramos estimular las manifestaciones culturales. Sabemos que hay un enorme potencial deportivo y artístico y que las capacidades intelectuales de los jóvenes pueden redirigirse hacia lo bueno. Por ejemplo, los del Movimiento el Hampa Quiere Cambiar piden trabajo y oportunidades de estudio. Eso ya es un logro del movimiento. Hay que incorporar en la educación, desde los Simoncitos hasta las universidades, asignaturas que tengan que ver con los valores de la vida, la paz, el trabajo; que no se imponga el valor capitalista de un objeto, un teléfono o unos zapatos de marca, por encima de la vida. Es un tema complejo, pero contamos con un gran factor a favor: la mayoría del pueblo es gente de paz y de trabajo y quiere defender el supremo valor de la vida.
“Si dejáramos perder su obra, entonces sí que Chávez estaría muerto”, expresa Cilia Flores, una llanera de Tinaquillo, trasplantada en Catia desde su primer año de vida.
“El tiempo pasa y uno cree que va a serenarse, pero cada día se siente más su ausencia y lo necesitamos más. A veces lo vemos en televisión y se nos renueva la tristeza. Sin embargo, el compromiso del pueblo está allí y también las instrucciones que el Comandante dejó. No tenemos otra opción que cumplirle. Confiamos en que él, donde esté, estará orgulloso de su pueblo y de las personas a las que nos dejó esta tremenda responsabilidad”, reflexiona la ex Procuradora General de la República y ex presidenta de la Asamblea Nacional.
La historia de Flores al lado de Chávez comenzó desde los tiempos de la prisión. Ella era abstencionista empedernida, pero al defender, como abogada litigante, a los comandantes del 4F, se contagió de política. “En esa época decíamos que cuando Chávez saliera de la cárcel, volveríamos a nuestra vida normal. Luego han pasado todos estos años y nunca pudimos volver a esa normalidad”, revela la ahora llamada Primera Combatiente.
Como es bien conocido que ella y el presidente Maduro suelen consultar el I Ching, le preguntamos qué les ha dicho el oráculo chino en estos intensos días. “No lo hemos consultado porque no lo tenía acá (en la residencia presidencial La Viñeta), pero ya me lo trajeron y uno de estos días haremos la consulta”.
Entrevista: Clodovaldo Hernández (Ciudad Caracas)
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