Caracas, 02 Jul. AVN.- Cuando tenía ocho
años a Flora Sylvestre un hombre se le acercó le gritó "negra" y le
escupió la cara, su madre le limpió el rostro y le advirtió de las malas
personas que existen pero, sobre todo, le enseñó a perdonar. Hoy,
convertida en mujer, no tiene resentimientos y se vuelve a limpiar el
rostro como protagonista de la película Azú, alma de princesa, de Luis
Alberto Lamata.
Las mariposas sobrevuelan encima de un "barco negrero", de él desembarcan un grupo de africanos, arrancados de su tierra para ser vendidos como esclavos. Es el año 1780 y el "suizo" lleva a los negros como vacas en una carreta. Es la primera escena que se verá en pantalla y se rodó en Chirimena, estado Miranda.
El guión pasó por varias manos, entre ellas las de Darío Soto y las del mismo Lamata. Además de los actores principales, más de 300 extras hicieron el papel de esclavos y cimarrones cubiertos con unos harapos construidos con el esfuerzo de la vestuarista Catalina Prino Requena, quien lijó y decoloró las telas para envejecerlas.
Entre las esclavizadas está Jacinta, que fue encarnada por la actriz Carmen Francia, quien confiesa que en la sociedad actual aún quedan huellas de aquel régimen esclavista que establecieron los invasores españoles en América. "Mostramos en Azú ese racismo, todavía vivimos un racismo agazapado porque lo he vivido en carne propia. Qué más nos queda, seguir en la lucha, seguir demostrando que sí podemos, que somos importantes", destacó.
Este filme relata la historia de una mujer africana que es vendida como esclava al dueño de una hacienda que se obsesiona con ella. Pero más allá del personaje, de la persecución luego de un intento de fuga, la película coloca en el tapete un tema que el cine criollo no ha abordado: el origen del racismo en el país.
"En Venezuela hay un racismo soterrado, disfrazado, y es algo que debemos superar. Azú puede contribuir a hacerlo", apuntó el director del filme.
Esta cinta, que se estrenará el viernes 5 de julio, surgió de una idea de la investigadora y crítica de cine Patricia Kaiser, quien tomó un aviso de prensa de la época en el que se pedía señas de esta esclava fugada.
Además de Chirimena, la película fue rodada en Birongo, Curiepe y Curupao, estado Miranda, donde hubo lugares de resistencia que hicieron los africanos rebelados contra la esclavitud, y es precisamente la idea del cumbe lo que sostiene la película.
Con ese sueño de libertad que se muestra a lo largo de esta película de 100 minutos, el director revela varias claves que no dejan de lado lo místico. Como el Mauricio Babilonia, de Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, las mariposas aparecen muy ligadas al personaje principal Azú y a su natural deseo de ser libre.
Aunque nunca había actuado, Flora Silvestre mostró la energía y la vitalidad de una "negra bozal" en escena y por ello se llevó el galardón como mejor actriz en el Festival de Cine de Mérida.
Flora, en su infancia, fue víctima del racismo, pero 10 años después un hombre se le acercó y en lugar de gritarle, con un tono delicado le dijo: "¿quieres hacer una película?". Era el director de casting, Luis Castillo, que un día en el metro de Caracas, vio a Flora y dijo: "Allí está Azú".
Seducido por el perfil fenotípico de la dama que obedecía al de una africana de la tribu nuba, Castillo logró convencerla, y así fue como la mujer, estudiante de Recursos Humanos y de modelaje, corrió por la selva con su deseo de libertad, y hoy se muestra en la gran pantalla.
Azú será estrenada en 15 salas de cine a nivel nacional, entre ellas, las de los Centros Comerciales Metrocenter, El Recreo, Galerías Ávila, Concresa, El Hatillo, Victoria Plaza y la Cinemateca Nacional, y será una de las cinco películas criollas que coincidirán en cartelera este mes.
Las mariposas sobrevuelan encima de un "barco negrero", de él desembarcan un grupo de africanos, arrancados de su tierra para ser vendidos como esclavos. Es el año 1780 y el "suizo" lleva a los negros como vacas en una carreta. Es la primera escena que se verá en pantalla y se rodó en Chirimena, estado Miranda.
El guión pasó por varias manos, entre ellas las de Darío Soto y las del mismo Lamata. Además de los actores principales, más de 300 extras hicieron el papel de esclavos y cimarrones cubiertos con unos harapos construidos con el esfuerzo de la vestuarista Catalina Prino Requena, quien lijó y decoloró las telas para envejecerlas.
Entre las esclavizadas está Jacinta, que fue encarnada por la actriz Carmen Francia, quien confiesa que en la sociedad actual aún quedan huellas de aquel régimen esclavista que establecieron los invasores españoles en América. "Mostramos en Azú ese racismo, todavía vivimos un racismo agazapado porque lo he vivido en carne propia. Qué más nos queda, seguir en la lucha, seguir demostrando que sí podemos, que somos importantes", destacó.
Este filme relata la historia de una mujer africana que es vendida como esclava al dueño de una hacienda que se obsesiona con ella. Pero más allá del personaje, de la persecución luego de un intento de fuga, la película coloca en el tapete un tema que el cine criollo no ha abordado: el origen del racismo en el país.
"En Venezuela hay un racismo soterrado, disfrazado, y es algo que debemos superar. Azú puede contribuir a hacerlo", apuntó el director del filme.
Esta cinta, que se estrenará el viernes 5 de julio, surgió de una idea de la investigadora y crítica de cine Patricia Kaiser, quien tomó un aviso de prensa de la época en el que se pedía señas de esta esclava fugada.
Además de Chirimena, la película fue rodada en Birongo, Curiepe y Curupao, estado Miranda, donde hubo lugares de resistencia que hicieron los africanos rebelados contra la esclavitud, y es precisamente la idea del cumbe lo que sostiene la película.
Con ese sueño de libertad que se muestra a lo largo de esta película de 100 minutos, el director revela varias claves que no dejan de lado lo místico. Como el Mauricio Babilonia, de Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, las mariposas aparecen muy ligadas al personaje principal Azú y a su natural deseo de ser libre.
Aunque nunca había actuado, Flora Silvestre mostró la energía y la vitalidad de una "negra bozal" en escena y por ello se llevó el galardón como mejor actriz en el Festival de Cine de Mérida.
Flora, en su infancia, fue víctima del racismo, pero 10 años después un hombre se le acercó y en lugar de gritarle, con un tono delicado le dijo: "¿quieres hacer una película?". Era el director de casting, Luis Castillo, que un día en el metro de Caracas, vio a Flora y dijo: "Allí está Azú".
Seducido por el perfil fenotípico de la dama que obedecía al de una africana de la tribu nuba, Castillo logró convencerla, y así fue como la mujer, estudiante de Recursos Humanos y de modelaje, corrió por la selva con su deseo de libertad, y hoy se muestra en la gran pantalla.
Azú será estrenada en 15 salas de cine a nivel nacional, entre ellas, las de los Centros Comerciales Metrocenter, El Recreo, Galerías Ávila, Concresa, El Hatillo, Victoria Plaza y la Cinemateca Nacional, y será una de las cinco películas criollas que coincidirán en cartelera este mes.
AVN
02/07/2013 16:36
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