Caracas, 18 Ene. AVN.- Como el hombre que
hacía temblar a su oponente cuando se subía al ring y también como un
padre amoroso dedicado al hogar es recordado por sus familiares el
primer campeón mundial de boxeo de nuestro país, Carlos "Morocho"
Hernández, a quien en su honor se celebra hoy el día nacional del boxeador.
El morocho dio sus primeros golpes cuando tenía 15 años y logró desde muy joven convertirse en el máximo monarca del peso pluma en el Distrito Federal. Nacido en la parroquia La Pastora de Caracas el 21 de abril de 1940, dedicó su vida al deporte y a su familia, dos tesoros que le hicieron grande tanto dentro como fuera de casa.
El héroe de todo un país, con quien muchos querían tomarse fotografías en los congresos internacionales de boxeo, era también el ídolo en su hogar. "Él nos cambiaba los pañales, hacía el tetero y nos llevaba a la escuela", contó su hija Zaida Hernández durante entrevista concedida en el 2013 al canal Venezolana de Televisión.
"Humildad y amor son las dos palabras que definen a mi padre, es decir, lo opuesto a lo que puede demostrar un boxeador hoy día, es un hombre dulce y amable, nunca nos maltrató, soy la única mujer entre sus hijos", comentó.
A sus 74 años el "Morocho", seudónimo que lo acompaña desde la infancia, padece de principios de Alzheimer y pierde la noción del tiempo "aunque por ratos regresa al presente y mantiene muy vivos los recuerdos del pasado", agregó.
En honor a su trayectoria y hazaña del 18 de enero de 1965 cuando derrotó al norteamericano Eddie Perkins y se convirtió en el primer campeón mundial de boxeo de Venezuela, se conmemora en todo el país el decimoctavo día del primer mes de año el Día del boxeador patrio.
Cuando recién fue coronado como el gigante del cuadrilátero recibió un cheque por un millón de bolívares de parte del presidente de la época, Raúl Leoni. "Eso fue todo lo que nos dieron como reconocimiento a tantos años de esfuerzo y lucha, después nos olvidaron", destacó su esposa Yolanda de Hernández.
La carrera del púgil estuvo llena de éxitos, sus pegadas temibles lo hicieron invencible en la categoría amateur. Solamente un revés tuvo en la rama profesional frente al escocés Ken Buchanan el 11 de mayo de 1971. En esa ocasión, Hernández cayó por nocaut en el octavo round. Con esa pelea se despidió del boxeo y continuó con su vida criando a sus nueve hijos.
"Como padre fue excelente y como esposo increíble porque todo el tiempo estuvo con mi mamá y aún ahora en medio de su enfermedad demuestra lo que siente", detalló Zaida.
Una de las cosas favoritas del gladiador era entrenar en la playa, correr de un extremo a otro y después darse un baño junto a sus hijos para luego agarrar uvas costeras.
En la casa del púgil hay fotografías de aquellos tiempos de gloria, recortes de periódicos y hasta videos de combates, "pero como todo tiene un precio, tantos golpes le ocasionaron pérdida de neuronas y problemas cerebrales que le han costado su salud", indicó la esposa del campeón.
"Yo hubiera preferido que no fuera famoso ni boxeador para que estuviera sano y hoy día compartiera con nosotros, así como lo hacía antes de enfermarse", apuntó su hijo William Hernández.
Una de sus nietas, Fiorella, recuerda con alegría esos momentos en los que su abuelo le tomaba la mano y le ayudaba a hacer las tareas. Con lágrimas en los ojos contó que "a pesar de que ya no es como antes me sigue consintiendo y me hace reír".
Por su parte, otro de sus nietos, Richard, quiere emular las hazañas de su ídolo pero en la piscina. "Entreno con la federación nacional de natación porque quiero ser atleta, yo amo a mi abuelo y aunque quizá no pueda entender cuando se lo digo realmente lo admiro, él es mi inspiración".
"Está vivo gracias a la ayuda de Chávez"
En los momentos más críticos para la familia Hernández apareció una ayuda inesperada que les cambió el panorama y le devolvió la esperanza de vida al ex-boxeador.
"Un día mi papá fue atropellado en la calle y unos motorizados al verlo dijeron 'ése es el morocho Hernández hay que ayudarlo' y lo llevaron al hospital. Cuando el presidente Chávez supo la noticia nos mandó una persona hasta la casa con un cheque en blanco para que pagáramos su tratamiento", relató Zaida.
La hija del luchador indicó que no hubo necesidad de aceptar la ayuda en ese momento porque la póliza de su empleo cubrió todos los gastos, pero no conforme con eso "de Miraflores nos mandaron dos enfermeras para que lo cuiden especialmente".
Durante el día, una persona allegada a la familia atiende al "Morocho", mientras que en la tarde noche lo hacen las enfermeras enviadas por la Presidencia de la República. "Por eso digo que gracias a Chávez él está vivo", sentenció la señora Yolanda.
El interés personal por saber el estado de salud del reconocido atleta y la atención que el Comandante Hugo Chávez ofreció a esta gloria deportiva "es algo que nunca vamos a olvidar".
El morocho dio sus primeros golpes cuando tenía 15 años y logró desde muy joven convertirse en el máximo monarca del peso pluma en el Distrito Federal. Nacido en la parroquia La Pastora de Caracas el 21 de abril de 1940, dedicó su vida al deporte y a su familia, dos tesoros que le hicieron grande tanto dentro como fuera de casa.
El héroe de todo un país, con quien muchos querían tomarse fotografías en los congresos internacionales de boxeo, era también el ídolo en su hogar. "Él nos cambiaba los pañales, hacía el tetero y nos llevaba a la escuela", contó su hija Zaida Hernández durante entrevista concedida en el 2013 al canal Venezolana de Televisión.
"Humildad y amor son las dos palabras que definen a mi padre, es decir, lo opuesto a lo que puede demostrar un boxeador hoy día, es un hombre dulce y amable, nunca nos maltrató, soy la única mujer entre sus hijos", comentó.
A sus 74 años el "Morocho", seudónimo que lo acompaña desde la infancia, padece de principios de Alzheimer y pierde la noción del tiempo "aunque por ratos regresa al presente y mantiene muy vivos los recuerdos del pasado", agregó.
En honor a su trayectoria y hazaña del 18 de enero de 1965 cuando derrotó al norteamericano Eddie Perkins y se convirtió en el primer campeón mundial de boxeo de Venezuela, se conmemora en todo el país el decimoctavo día del primer mes de año el Día del boxeador patrio.
Cuando recién fue coronado como el gigante del cuadrilátero recibió un cheque por un millón de bolívares de parte del presidente de la época, Raúl Leoni. "Eso fue todo lo que nos dieron como reconocimiento a tantos años de esfuerzo y lucha, después nos olvidaron", destacó su esposa Yolanda de Hernández.
La carrera del púgil estuvo llena de éxitos, sus pegadas temibles lo hicieron invencible en la categoría amateur. Solamente un revés tuvo en la rama profesional frente al escocés Ken Buchanan el 11 de mayo de 1971. En esa ocasión, Hernández cayó por nocaut en el octavo round. Con esa pelea se despidió del boxeo y continuó con su vida criando a sus nueve hijos.
"Como padre fue excelente y como esposo increíble porque todo el tiempo estuvo con mi mamá y aún ahora en medio de su enfermedad demuestra lo que siente", detalló Zaida.
Una de las cosas favoritas del gladiador era entrenar en la playa, correr de un extremo a otro y después darse un baño junto a sus hijos para luego agarrar uvas costeras.
En la casa del púgil hay fotografías de aquellos tiempos de gloria, recortes de periódicos y hasta videos de combates, "pero como todo tiene un precio, tantos golpes le ocasionaron pérdida de neuronas y problemas cerebrales que le han costado su salud", indicó la esposa del campeón.
"Yo hubiera preferido que no fuera famoso ni boxeador para que estuviera sano y hoy día compartiera con nosotros, así como lo hacía antes de enfermarse", apuntó su hijo William Hernández.
Una de sus nietas, Fiorella, recuerda con alegría esos momentos en los que su abuelo le tomaba la mano y le ayudaba a hacer las tareas. Con lágrimas en los ojos contó que "a pesar de que ya no es como antes me sigue consintiendo y me hace reír".
Por su parte, otro de sus nietos, Richard, quiere emular las hazañas de su ídolo pero en la piscina. "Entreno con la federación nacional de natación porque quiero ser atleta, yo amo a mi abuelo y aunque quizá no pueda entender cuando se lo digo realmente lo admiro, él es mi inspiración".
"Está vivo gracias a la ayuda de Chávez"
En los momentos más críticos para la familia Hernández apareció una ayuda inesperada que les cambió el panorama y le devolvió la esperanza de vida al ex-boxeador.
"Un día mi papá fue atropellado en la calle y unos motorizados al verlo dijeron 'ése es el morocho Hernández hay que ayudarlo' y lo llevaron al hospital. Cuando el presidente Chávez supo la noticia nos mandó una persona hasta la casa con un cheque en blanco para que pagáramos su tratamiento", relató Zaida.
La hija del luchador indicó que no hubo necesidad de aceptar la ayuda en ese momento porque la póliza de su empleo cubrió todos los gastos, pero no conforme con eso "de Miraflores nos mandaron dos enfermeras para que lo cuiden especialmente".
Durante el día, una persona allegada a la familia atiende al "Morocho", mientras que en la tarde noche lo hacen las enfermeras enviadas por la Presidencia de la República. "Por eso digo que gracias a Chávez él está vivo", sentenció la señora Yolanda.
El interés personal por saber el estado de salud del reconocido atleta y la atención que el Comandante Hugo Chávez ofreció a esta gloria deportiva "es algo que nunca vamos a olvidar".
AVN
18/01/2014 10:14
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