por:Freddy Fernandez.
Foto archivo
Caracas, 23 Sep. AVN.- Cuentan que la
asistencia al cementerio sorprendió a todos. Estar allí, el 25 de
septiembre de 1973, era sin duda un acto de desafío al régimen fascista
de Pinochet, que se estrenaba esos días con su carga de oscuridad y
muerte. Aún así, en medio del dolor y la incertidumbre, una multitud,
que nadie había convocado, se hizo presente y, a pesar de las
ametralladoras, cantó "La internacional" y al grito de "Camarada Pablo
Neruda", respondió: "Presente, ahora y siempre".
Neruda había muerto dos días antes, el 23 de septiembre. De acuerdo con los testimonios de su compañera Matilde Urrutia, y de su asistente Manuel Araya, el poeta había terminado de escribir el día anterior su autobiografía, Confieso que he vivido. Estaba previsto que el 24 de septiembre se iría a México, la embajada mexicana había arreglado un avión para trasladarlo.
Desde ese momento, desde hace 40 años, Araya ha denunciado insistentemente que el poeta fue asesinado en una clínica de Santiago de Chile. Cuenta que la tarde del 19 de septiembre Neruda llamó a Matilde para decirle que le habían puesto una inyección que le había provocado fiebre.
El poeta padecía cáncer en una fase avanzada, pero sus allegados sostienen que no fue ésta la razón de su deceso. Actualmente hay una investigación abierta para determinar si Neruda fue asesinado, para lo cual se exhumaron sus restos el pasado 8 de abril de 2013, y se espera por los resultados de las pruebas que se están realizando en Estados Unidos.
El viaje a México que se había propuesto Neruda era para realizar una batalla internacional contra Pinochet. "Neruda me había dicho: me voy a México, compañero, y en México voy a pedir ayuda al mundo para derrocar a Pinochet. En tres meses lo voy a derrocar", cuenta Araya.
Como en España, 40 años antes, Neruda enfrentaba de nuevo al fascismo, el enemigo contra el que había dado tantas batallas, otra vez "Generales/ traidores,/ mirad mi casa muerta".
"Yo estoy en general en contra de todos los anticomunistas. Estoy en favor de todos los antifascistas y en contra de todos los anticomunistas", había dicho Neruda en una entrevista realizada por Margarita Aguirre durante junio de 1973 y publicada en el número 4 de la revista Crisis, en agosto de ese mismo año. Fue su última entrevista y en ella el poeta expresó su angustia y su disposición de lucha en contra del golpe fascista que se preparaba.
Neruda valoraba el papel de la experiencia del gobierno de la Unidad Popular en Chile como parte de "lo más valioso del mundo, con lo que está creciendo en el mundo, con la insurrección anticolonialista, antiimperialista, con un ascenso de las capas populares que está aconteciendo en nuestra América y en el mundo entero".
Desde esa valoración, se declaraba en contra del anticomunismo y en favor del antifascismo. "Todo anticomunismo, donde esté, es sospechoso; todo anticomunismo encubre un desacato hacia el porvenir humano", dijo Neruda a Aguirre.
En esta oportunidad también denunció la guerra que se libraba desde Estados Unidos contra Chile. Neruda decía que aunque no estuvieran siendo bombardeados con napalm, había una guerra no declarada en la que la derecha, organizada con grupos de choque, "está tratando de provocar una insurrección criminal de la cual deben tomar inmediato conocimiento los pueblos de América latina. Se trata de instaurar un régimen fascista en Chile".
Ya el 14 de septiembre, a tres días del golpe de Estado y de la muerte de Allende, escribió su testimonio sobre la amarga hora que vivía el pueblo chileno.
"De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón, de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Este movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras".
Allí denuncia que la valentía y la creatividad del pueblo chileno, comprometido entonces con la construcción de "una sociedad verdaderamente justa", con orgullo nacional, teniendo a su lado la constitución y la ley, fue derrocada por "arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados", con sus armas de acaparamiento y boicot a la economía.
"Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver", escribió Neruda.
En contraste, según el testimonio del escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el funeral de Neruda se convirtió espontáneamente en el primer acto masivo de resistencia y protesta contra el régimen de Pinochet. Allí por primera vez se gritó el nombre de Allende después de su muerte y también se recordó a Víctor Jara.
"Cuando salimos, a pocos metros de la entrada -narra Mendoza-, encontramos un grupo de mujeres vestidas de negro que lloraban. No lloraban por Neruda. Eran esposas de dirigentes obreros que habían muerto fusilados. Acababan de reconocer los cadáveres de sus maridos en la morgue y tenían en las manos recientes certificados de defunción dados por las autoridades militares. Lloraban a pocos metros de los camiones del Ejército."
Comenzaba así el período de terror para Chile. En la vida de Neruda pudo parecer un anacronismo, un retorno a lo que había vivido en la España de los años 30, del que dejó testimonio con España en el corazón: "Preguntaréis ¿por qué su poesía/ no nos habla del sueño, de las hojas,/ de los grandes volcanes de su país natal?/ Venid a ver la sangre por las calles/ venid a ver/ la sangre por las calles,/ venid a ver la sangre/ por las calles!".
Freddy Fernandez;AVN 23/09/2013 16:22
Neruda había muerto dos días antes, el 23 de septiembre. De acuerdo con los testimonios de su compañera Matilde Urrutia, y de su asistente Manuel Araya, el poeta había terminado de escribir el día anterior su autobiografía, Confieso que he vivido. Estaba previsto que el 24 de septiembre se iría a México, la embajada mexicana había arreglado un avión para trasladarlo.
Desde ese momento, desde hace 40 años, Araya ha denunciado insistentemente que el poeta fue asesinado en una clínica de Santiago de Chile. Cuenta que la tarde del 19 de septiembre Neruda llamó a Matilde para decirle que le habían puesto una inyección que le había provocado fiebre.
El poeta padecía cáncer en una fase avanzada, pero sus allegados sostienen que no fue ésta la razón de su deceso. Actualmente hay una investigación abierta para determinar si Neruda fue asesinado, para lo cual se exhumaron sus restos el pasado 8 de abril de 2013, y se espera por los resultados de las pruebas que se están realizando en Estados Unidos.
El viaje a México que se había propuesto Neruda era para realizar una batalla internacional contra Pinochet. "Neruda me había dicho: me voy a México, compañero, y en México voy a pedir ayuda al mundo para derrocar a Pinochet. En tres meses lo voy a derrocar", cuenta Araya.
Como en España, 40 años antes, Neruda enfrentaba de nuevo al fascismo, el enemigo contra el que había dado tantas batallas, otra vez "Generales/ traidores,/ mirad mi casa muerta".
"Yo estoy en general en contra de todos los anticomunistas. Estoy en favor de todos los antifascistas y en contra de todos los anticomunistas", había dicho Neruda en una entrevista realizada por Margarita Aguirre durante junio de 1973 y publicada en el número 4 de la revista Crisis, en agosto de ese mismo año. Fue su última entrevista y en ella el poeta expresó su angustia y su disposición de lucha en contra del golpe fascista que se preparaba.
Neruda valoraba el papel de la experiencia del gobierno de la Unidad Popular en Chile como parte de "lo más valioso del mundo, con lo que está creciendo en el mundo, con la insurrección anticolonialista, antiimperialista, con un ascenso de las capas populares que está aconteciendo en nuestra América y en el mundo entero".
Desde esa valoración, se declaraba en contra del anticomunismo y en favor del antifascismo. "Todo anticomunismo, donde esté, es sospechoso; todo anticomunismo encubre un desacato hacia el porvenir humano", dijo Neruda a Aguirre.
En esta oportunidad también denunció la guerra que se libraba desde Estados Unidos contra Chile. Neruda decía que aunque no estuvieran siendo bombardeados con napalm, había una guerra no declarada en la que la derecha, organizada con grupos de choque, "está tratando de provocar una insurrección criminal de la cual deben tomar inmediato conocimiento los pueblos de América latina. Se trata de instaurar un régimen fascista en Chile".
Ya el 14 de septiembre, a tres días del golpe de Estado y de la muerte de Allende, escribió su testimonio sobre la amarga hora que vivía el pueblo chileno.
"De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón, de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Este movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras".
Allí denuncia que la valentía y la creatividad del pueblo chileno, comprometido entonces con la construcción de "una sociedad verdaderamente justa", con orgullo nacional, teniendo a su lado la constitución y la ley, fue derrocada por "arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y cadena, monjes falsos y militares degradados", con sus armas de acaparamiento y boicot a la economía.
"Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver", escribió Neruda.
En contraste, según el testimonio del escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el funeral de Neruda se convirtió espontáneamente en el primer acto masivo de resistencia y protesta contra el régimen de Pinochet. Allí por primera vez se gritó el nombre de Allende después de su muerte y también se recordó a Víctor Jara.
"Cuando salimos, a pocos metros de la entrada -narra Mendoza-, encontramos un grupo de mujeres vestidas de negro que lloraban. No lloraban por Neruda. Eran esposas de dirigentes obreros que habían muerto fusilados. Acababan de reconocer los cadáveres de sus maridos en la morgue y tenían en las manos recientes certificados de defunción dados por las autoridades militares. Lloraban a pocos metros de los camiones del Ejército."
Comenzaba así el período de terror para Chile. En la vida de Neruda pudo parecer un anacronismo, un retorno a lo que había vivido en la España de los años 30, del que dejó testimonio con España en el corazón: "Preguntaréis ¿por qué su poesía/ no nos habla del sueño, de las hojas,/ de los grandes volcanes de su país natal?/ Venid a ver la sangre por las calles/ venid a ver/ la sangre por las calles,/ venid a ver la sangre/ por las calles!".
Freddy Fernandez;AVN 23/09/2013 16:22
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